lunes, 28 de marzo de 2016

Historias que a nadie le importan.



Historias que a nadie le importan.
E
ra una mañana del 23 de marzo de 1994. Ese día estaba yo preocupado, diría yo por aprobar los cursos y con el Jesús en la boca, frente a los exámenes, y huelga decir entonces, que esperaba las vacaciones como aire fresco. Estaba ya tan absorto, cuando en la tarde recibo la noticia del fallecimiento del candidato (o candidote, si ustedes le quieren así decir) del Partido Oficial, del Partido Revolucionario Institucional.
Lo que en ese entonces se decía es que esto era un magnicidio, como si se tratase ya de un jefe de Estado, y no de un candidato a la presidencia de la república de un partido político en una democracia normal, como debiera de ser, lo cual ostentaba mucho la estructura autoritaria del régimen, y lo cual contradice lo que muchos ahora quieren señalar, que Luis Donaldo Colosio era el que, ahora sí, iba a encabezar la ruta hacia la democracia, e incluso se hablaba en ese entonces del “Candidato de la Unidad y la Esperanza”, el título que el partido endilgaba a sus candidatos, con la voz del mucha crema que tenían entonces para sus actos públicos.
Recuerdo que la novatada que hice, como chavo desorientado que quiere matricularse a la carrera de Derecho para tripular el avión supersónico de la carrera política, me colé entre el gentío que esperaba la llegada de los restos mortales del candidato hacia el CEN (Comité Ejecutivo Nacional) del PRI.
Recuerdo que las multitudes, convocadas, y no, estaban gritando: ¡Justicia, justicia!, y recuerdo además que tomamos un camión con rumbo a la agencia funeraria Gayosso Félix Cuevas, para darle el último adiós al candigato, perdón, candidato.
Recuerdo que entonces tomé el metro para ir a la Universidad, pues tenía clase en la tarde, y que no tendría muchas palabras que decir, si me preguntaban mis padres que hacía ese día.
Ø Cuando eres chavo y quieres incorporarte a las lides políticas, lo haces ,sí, sin entender que el Derecho es tan vasto como para hacer entrar en él las banderas de la grilla política, y que la muerte de uno, no para las normas e instituciones jurídicas, pues requieren de la voluntad popular, y que el ser abogado, es buscar el favor de la justicia misma, y no de las conexiones con partidos, grupos, autoridades , ni demás, pues tu autoridad es el Derecho que invocas….
Ø Si fuese magnicidio, como se hubiera dicho, pero fue más magnicidio la suspensión de garantías producto de un golpe de estado, o la supresión de los poderes legislativo o judicial, lo que hubiese sido más grave, pero sólo se sustituyó un operario más en la ronda del juego del poder, puesto que las políticas del partido se hubiesen aplicado, con él, sin él o a pesar de él.
Ø La Justicia es una virtud, y como tal, precisa de integridad de pensamiento y de acción, cuando estos no existen la justicia se halla lejos y camina a lomo de burro. No es con reclamos sectarios, sino haciendo saber la verdad, es como opera la justicia, y eso no le importaba al detentador del poder en aquellos tiempos, y lo mismo al que procuraba la justicia de aquellos tiempos. Si querías avanzar en tu vida, lo harías bajo la égida de la justicia, la cual está más allá del derecho, y éste más allá de los reclamos de un simple grupo, partido o facción, sino hacia el reclamo del pueblo, es decir del conjunto de los ciudadanos de un Estado. Basta ver el circo que se montó ante el caso Colosio, para advertir la verdad de tales asertos.