Historias
que a nadie le importan.
E
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ra una mañana del 23 de marzo de 1994. Ese día estaba yo
preocupado, diría yo por aprobar los cursos y con el Jesús en la boca, frente a
los exámenes, y huelga decir entonces, que esperaba las vacaciones como aire fresco.
Estaba ya tan absorto, cuando en la tarde recibo la noticia del fallecimiento
del candidato (o candidote, si ustedes le quieren así decir) del Partido
Oficial, del Partido Revolucionario Institucional.
Lo que en ese entonces se decía es que esto era un
magnicidio, como si se tratase ya de un jefe de Estado, y no de un candidato a
la presidencia de la república de un partido político en una democracia normal,
como debiera de ser, lo cual ostentaba mucho la estructura autoritaria del
régimen, y lo cual contradice lo que muchos ahora quieren señalar, que Luis
Donaldo Colosio era el que, ahora sí, iba a encabezar la ruta hacia la
democracia, e incluso se hablaba en ese entonces del “Candidato de la Unidad y
la Esperanza”, el título que el partido endilgaba a sus candidatos, con la voz
del mucha crema que tenían entonces para sus actos públicos.
Recuerdo que la novatada que hice, como chavo desorientado
que quiere matricularse a la carrera de Derecho para tripular el avión
supersónico de la carrera política, me colé entre el gentío que esperaba la
llegada de los restos mortales del candidato hacia el CEN (Comité Ejecutivo
Nacional) del PRI.
Recuerdo que las multitudes, convocadas, y no, estaban
gritando: ¡Justicia, justicia!, y recuerdo además que tomamos un camión con
rumbo a la agencia funeraria Gayosso Félix Cuevas, para darle el último adiós
al candigato, perdón, candidato.
Recuerdo que entonces tomé el metro para ir a la Universidad,
pues tenía clase en la tarde, y que no tendría muchas palabras que decir, si me
preguntaban mis padres que hacía ese día.
Ø Cuando
eres chavo y quieres incorporarte a las lides políticas, lo haces ,sí, sin
entender que el Derecho es tan vasto como para hacer entrar en él las banderas
de la grilla política, y que la muerte de uno, no para las normas e
instituciones jurídicas, pues requieren de la voluntad popular, y que el ser
abogado, es buscar el favor de la justicia misma, y no de las conexiones con
partidos, grupos, autoridades , ni demás, pues tu autoridad es el Derecho que
invocas….
Ø Si fuese
magnicidio, como se hubiera dicho, pero fue más magnicidio la suspensión de
garantías producto de un golpe de estado, o la supresión de los poderes
legislativo o judicial, lo que hubiese sido más grave, pero sólo se sustituyó
un operario más en la ronda del juego del poder, puesto que las políticas del
partido se hubiesen aplicado, con él, sin él o a pesar de él.
Ø La
Justicia es una virtud, y como tal, precisa de integridad de pensamiento y de
acción, cuando estos no existen la justicia se halla lejos y camina a lomo de
burro. No es con reclamos sectarios, sino haciendo saber la verdad, es como
opera la justicia, y eso no le importaba al detentador del poder en aquellos
tiempos, y lo mismo al que procuraba la justicia de aquellos tiempos. Si
querías avanzar en tu vida, lo harías bajo la égida de la justicia, la cual
está más allá del derecho, y éste más allá de los reclamos de un simple grupo,
partido o facción, sino hacia el reclamo del pueblo, es decir del conjunto de
los ciudadanos de un Estado. Basta ver el circo que se montó ante el caso
Colosio, para advertir la verdad de tales asertos.