Jaramillo Méndez Rubén
1900-1962
Nació en 1900 en Real de Zacualpan, distrito de Sultepec, estado
de México, pero desde niño vivió en Tlaquiltenango. A los 14 años
ingresó al Ejército Libertador del Sur y a los 17 fue capitán primero.
En diciembre de 1918 dejó la lucha zapatista y trabajó en la hacienda
de Casasano. A la muerte de Zapata, fue aprehendido y salió de Morelos.
Trabajó en ingenios en San Luis Potosí y como obrero petrolero en
Tamaulipas. Al triunfo de Obregón, regresó a Tlaquiltenengo para luchar
por la tierra en forma pacífica.
En 1921 organizó el Comité Provisional Agrario de Tlaquiltenango
que logró la dotación de tierras ofrecida por Obregón y el gobernador
José G. Parrés. En 1926 constituyó la Sociedad de Crédito Agrícola de
Tlaquiltenango e inició la lucha en contra de los acaparadores e
industrializadores de arroz, pero los caciques lograron infiltrar a su
gente y desbarataron la sociedad. En 1933, en la convención del Partido
Nacional Revolucionario efectuada en Querétaro, Jaramillo apoyó la
candidatura de Lázaro Cárdenas y le entregó un escrito en donde le
proponía la instalación de un ingenio en Jojutla para liberar a los
campesinos de los acaparadores de arroz y volver a sembrar caña,
asimismo, le solicitó agua y electricidad para Puente de Ixtla. En
1936, Cárdenas comenzó la construcción del ingenio Emiliano Zapata en
Zacatepec, y en 1938 inició su operación administrado por la Sociedad
Cooperativa de Ejidatarios, Obreros y Empleados, de cuyo Consejo de
Administración Jaramillo fue el primer presidente. El propio Adolfo
López Mateos, entonces joven abogado, redactó las bases constitutivas
de esa sociedad.
Epifania Ramírez fue su primera esposa y se cuenta que le enseñó
a leer y a escribir y lo inició en la religión metodista. Jaramillo
contribuyó a construir un templo en Tlaquiltenango y ahí fungía como
predicador laico, a la vez que predicaba en pueblos vecinos como
Galeana, Jojutla, Los Hornos, Palo Grande, y el Higuerón. Asimismo,
ingreso a la logia del Valle de México. Según Valentín López González,
su amigo, Jaramillo era un pastor protestante, proclive a tomar la
palabra en toda ocasión y con frecuencia en sus discursos citaba la
Biblia, la cual cargaba, paradójicamente, al igual que una pistola.
Al nuevo ingenio acudió gente de muchas partes, entre ellos su
hermano Porfirio, acompañado de obreros comunistas que iniciaron a
Rubén en la lectura de obras de Marx, Gorka y Flores Magón. Bajo su
influencia ingresó al Partido Comunista por poco tiempo, ya que eran
más fuertes sus creencias religiosas, las que mezcló con lo que le gustó
de aquellos pensadores.
Por otra parte, fue miembro del primer comité de la Unión de Productores de Caña de la República Mexicana.
Como dirigente campesino estalló una huelga en el ingenio el 9
de abril de 1942, que fue reprimida por el ejército y de la que
resultaron despidos, detenciones y persecuciones. Ante la creciente
hostilidad de las autoridades y por desavenencias con los gobernadores
Elpidio Perdomo y Jesús Castillo López, por tergiversar los propósitos
del ingenio y fomentar la corrupción en perjuicio de los campesinos, el
19 de febrero de 1943, Jaramillo volvió a las armas junto con un grupo
de excombatientes zapatistas, proclamando en septiembre del mismo año,
el Plan de Cerro Prieto (cerro ubicado a dos kilómetros de
Tlaquiltenango), basado en el formato y las ideas del Plan de Ayala. El
24 de marzo de ese año, Jaramillo intentó tomar por sorpresa Jojutla,
Zacatepec y Tlaquiltenango pero sólo se apoderó durante tres horas de
esta última plaza y regresó a los cerros. En 1944, por intervención de
Cárdenas, fue amnistiado por el presidente Ávila Camacho, al
presentarse ante él, Jaramillo denuncia el cacicazgo y la corrupción y
critica la intervención del ejército y el servicio militar obligatorio
que considera “leva”. El presidente le ofrece tierras fértiles en el
Valle de San Quintín en Baja California, oferta que es rechazada, pero
acepta un trabajo en el mercado 2 de Abril de la ciudad de México, que
desempeña unos meses. A regresar a la legalidad, encuentra que Epifania
había muerto temerosa, abandonada a su suerte y sumida en una gran
depresión. Pronto encontró otra Epifania, de apellido García, católica,
que lo acompañó el resto de su vida hasta morir junto con él.
En 1945, creó el Partido Agrario-Obrero Morelense PAOM,
precursor de la lucha feminista y en alianza con el Partido
Reivindicador Popular Revolucionario de Enrique Calderón, contendió por
la gubernatura de Morelos. Su campaña comprendió 180 poblaciones de
Morelos y logró grandes concentraciones en Jojutla, Zacatepec,
Talquiltenango, Cuautla, Emiliano Zapata y Tepalcingo. Ofrecía crédito
popular, escuelas rurales, becas, desayunos escolares y renovación del
ingenio. El triunfo del candidato oficial Ernesto Escobar Muñoz, fue
cuestionado por los jaramillistas, por lo que algunos de sus seguidores
fueron aprehendidos y torturados.
Perseguido, Jaramillo volvió a la clandestinidad, y apoyó a los
campesinos en contra de la aplicación indiscriminada del rifle
sanitario, a los jóvenes para que el servicio militar no lo hicieran
acuartelados sino en sus municipios, y a los obreros y ejidatarios
contra la explotación y los abusos de los ingenios de Zacatepec y
Atencingo. En 1948, apoyó la huelga en el ingenio de Zacatepec por
aumento salarial y contra la corrupción.
Con el gobierno de Miguel Alemán, se acelera la
industrialización y la urbanización de Morelos. El ingenio de Zacatepec
alcanza su mayor nivel de producción y la autopista a Cuernavaca
estimula el mercado inmobiliario, por lo que surgen grandes
fraccionadores como Agustín Legorreta, Donald M. Storner, Ambrosio
Sustaeta, Carlos González Palma y los hermanos Estrada,
En 1951, reavivó su partido e hizo alianza con el general Miguel
Henríquez Guzmán, candidato a la presidencia por la Federación de
Partidos del Pueblo Mexicano y fue nuevamente candidato a gobernador.
Durante la campaña, Jaramillo logró organizar concentraciones de hasta
20,000 personas en Cuautla y de 15,000 en Cuernavaca, así como de miles
en los poblados cercanos a Zacatepec. Así mismo, fomentó la
participación de las mujeres en pro de su derecho al voto en elecciones
federales. Además, dos mujeres fueron sus guardaespaldas. El 20 de
marzo de 1952 tuvo lugar la elección y resultó vencedor Rodolfo López
de Nava del PRI. Los jaramillistas denunciaron fraude electoral y
solicitaron el apoyo de Henríquez Guzmán, pero los simpatizantes de
ambos fueron reprimidos, algunos torturados y desaparecidos. Jaramillo y
su esposa huyeron a ocultarse. Junto con henriquistas dirigidos por
Celestino Gasca, Jaramillo participó en la preparación de una revuelta
nacional que estallaría el 4 de octubre en los estados de Chihuahua,
Michoacán, Sonora, Querétaro, Hidalgo, Veracruz, Oaxaca, Guerrero y
Morelos, en donde Jaramillo tomaría Cuernavaca.. Pero la insurrección
abortó y los jaramillistas se quedaron plantados.
El 7 de marzo de 1954, al frente de una partida de 30 hombres
disfrazados de militares, Jaramillo tomó Ticumán, Morelos; en la acción
resultaron muertos los comerciantes Cándido y Diego Ortíz y el regidor
Hermelindo Barbei; dejó herido al policía Antonio Castillo, y secuestró
a Antonio Cabrera, consejero del ingenio de Zacatepec, saquearon
tiendas para abastecerse de comida. El ejército lo persiguió con perros
sabuesos y le hizo muchas bajas. En Jojutla exhibieron los cadáveres
de dos de sus seguidores para ejemplo de los campesinos. Cerca de
Chinameca, emboscan a los soldados y ahí le perdona la vida al capitán
José Martínez Sánchez. Después secuestró a Ángel Abundis, inspector del
ingenio mencionado, por el que obtuvo un rescate de treinta mil pesos.
Finalmente fue derrotado y regresó a la sierra. Sorpresivamente,
un juez dio entrada a una demanda de amparo presentada a favor de
Jaramillo por Sadot R. Arósqueta, estudiante de leyes de la UNAM, a
petición de unos cañeros sindicalizados de Morelos. El juez requirió su
presencia y la prensa aguardó su llegada al juzgado, pero no se
presento, siguió en la oscuridad aunque logró notoriedad pública. Se
cuenta que el presidente Ruiz Cortines se entrevistó con él en una
cantina y después también López Mateos.
Ya como candidato presidencial, López Mateos le ofreció
garantías para volver a la legalidad. Pero Jaramillo actualizó su Plan
de Cerro Prieto y volvió a preparar una rebelión. El 14 de mayo de 1958,
lo entrevistó la prensa y logró publicar sus demandas. Antes de las
elecciones lo recibió en su casa López Mateos. El 11 de julio, el nuevo
gobernador Norberto López Avelar (de quien se dice aparece como joven
soldado guajardista en una foto junto al cadáver de Zapata) le concedió
una amnistía a los levantados y se entrevistó con Jaramillo, quien fue
nombrado delegado de la Confederación Nacional Campesina CNC.
Los años siguientes, regresó a Tlaquiltenango, intentó
nuevamente revivir su partido y trató de democratizar la Liga de
Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de la CNC; además, logró
la destitución del gerente corrupto del ingenio de Zacatepec, apoyó a
los comuneros de Ahuatepec y a los ejidatarios de Acapatzingo contra
los fraccionadores; luchó por las tierras de los Llanos de Michapa, se
solidarizó con las luchas de ferrocarrileros y maestros de 1959-60,
apoyó la Revolución Cubana y coordinó acciones con el Movimiento de
Liberación Nacional. Además, se cuenta que ya era compadre de Cárdenas,
quien le había presentado al joven Fidel Castro y que había afiliado
al Partido Comunista a más seiscientos campesinos de la región para
fortalecer su base. Llegó a la conclusión que en Morelos la lucha
campesina ya no era contra los hacendados sino contra los
fraccionadores, políticos, y burócratas y generales enriquecidos.
El 5 de febrero de 1962, ante la negativa de las autoridades
agrarias de atender sus peticiones de dotación de tierras, grupos de
campesinos organizados como centro de población “Otilio Montaño”,
encabezados por Jaramillo, se apoderaron de los terrenos de “El Guarín”.
Durante un mes sobrevivieron como una organización comunal hasta que
fueron desalojados por el ejército y la policía judicial. Se cuenta que
en esos terrenos tenía intereses el expresidente Alemán. Jaramillo no
abandonó la lucha e intentó entrevistarse con el presidente López
Mateos para que esas tierras fueran adjudicadas a los campesinos que
las demandaban. Pero perdió el contacto con el presidente y en la
prensa se difundieron rumores de que Jaramillo volvería a levantarse en
armas. Su casa fue violentada y saqueada, por lo que el 21 de mayo
denunció los hechos a la Procuraduría General de la República y
responsabilizó de los mismos al gobernador López Avelar.
El 23 de mayo siguiente, Rubén Jaramillo, su esposa Epifania
Zúñiga García y sus hijos Enrique, Ricardo y Filemón, fueron
secuestrados por soldados vestidos de civiles al mando del capitán José
Martínez Sánchez, hombre moreno cuya mejilla cruza una cicatriz,
guiados por el exjaramillista Heriberto Espinosa, alias “el pintor”, y
trasladados en vehículos militares a las inmediaciones de las ruinas de
Xochicalco, en donde horas después fueron ultimados con armas
reglamentarias del Ejército Mexicano. La operación fue presenciada por
los vecinos y Rosa García, anciana madre de Epifania.
Carlos Fuentes describió los asesinatos en la revista Siempre!
“Los bajan a empujones, Jaramillo no se contiene: es un león
de campo, es te hombre de rostro surcado, bigote gris, ojos brillantes y
maliciosos, boca firme, sombrero de petate, chamarra de mezclilla, se
arroja contra la partida de asesinos; defiende a su mujer, a sus hijos,
al niño por nacer; a culatazos lo derrumban, le saltan un ojo.
Disparan las subametralladoras Thompson. Epifania se arroja contra los
asesinos; le desgarran el rebozo, el vestido, la tiran sobre las
piedras. Filemón los injuria; vuelven a disparar las submetralladoras y
Filemón se dobla, cae junto a su madre encinta, sobre las piedras, aún
vivo, le abren la boca, toman puños de tierra, le separan los dientes,
le llenan la boca de tierra entre carcajadas. Ahora todo es más rápido:
caen Ricardo y Enrique acribillados; las subametralladoras escupen
sobre los cinco cuerpos acribillados. La partida espera el fin de los
estertores. Se prolongan. Se acercan con las pistolas en la mano a las
frentes de la mujer y los cuatro hombres. Disparan el tiro de gracia.
Otra vez el silencio en Xochicalco.”
El 25 de mayo, El Universal publicó la siguiente nota:
“El
tristemente célebre rebelde de posesión y tráfico de drogas y despojo
de tierras, fue muerto ayer a balazos en las ruinas de Xochicalco, de
esta entidad, cuando pretendía huir de los miembros de la Policía
Judicial Militar...En la confusión que se produjo cuando el fugitivo
trató intempestivamente de escudarse en sus parientes, perdieron
también la vida la esposa de Jaramillo, señora Epifania Zúñiga de
Jaramillo, y sus hijos... Las autoridades judiciales tuvieron
conocimiento de que, en estos días, Jaramillo y sus secuaces planeaban
cometer una serie de fechorías”.
Quizás obedeciendo la línea gubernamental, los siguientes días,
el diario se enfocó a calumniar y denigrar a Jaramillo y a su familia:
“Su
amante, Epifania Zúñiga, mujer de pésimos antecedentes, cruel y
temeraria, era la mentora y acompañante imprescindible de este
bandolero, que se ufanaba de ser magnífica tiradora y de haber
sacrificado cientos de vidas. Sus hijos Filemón, Ricardo y Enrique,
mayores de edad, adiestrados en la escuela del crimen, a últimas
fechas, violaban por la fuerza a mujeres y jovencitas que posteriormente
asesinaban con armas blancas o de fuego. Al igual que su madre y
padrastro, se significaron en el mundo del pillaje y del crimen. Con la
muerte justa de esta familia de malhechores y criminales, renacerá la
tranquilidad de una vasta zona en los estados de México, Morelos y
Guerrero.”
Los cadáveres fueron llevados a Tetecala. Después de haber
recibido el culto de funeral en el templo metodista, con la asistencia
de miles de campesinos, la familia Jaramillo fue sepultada en el
panteón de Tlaquiltenango, acordonado por soldados, a las seis de la
tarde del 25 de mayo.
El general Cárdenas encabezó el mitin de condena de los
asesinatos organizado por el Movimiento de Liberación Nacional en la
ciudad de México.
La Procuraduría General de la República no abrió indagatoria
alguna. Las investigaciones de la revista Política encontraron que se
trató de la Operación Xochicalco, en la que participaron militares y
policías judiciales federales y del estado de Morelos dirigidos por el
general Carlos Soulé, jefe de la Policía Judicial Militar. Cuauhtémoc
Cárdenas (
Sobre mis pasos) señala como también implicados al
capitán Gustavo Ortega, jefe de la Policía Preventiva del Estado de
Morelos, a los agentes Francisco Román y Fernando Estrada, y desde
luego, al capitán José Martínez, quien estaba al servicio de la
administración del Ingenio de Zacatepec y persona de máxima confianza
del general Agustín Olachea, secretario de la Defensa Nacional.
Asimismo, considera que los asesinatos fueron un acto de represión
contra el Movimiento de Liberación Nacional, MLN, del cual Jaramillo
era miembro destacado.
La sospecha ensombreció la imagen de Adolfo López Mateos, a
pesar de que se dijo que el presidente había recibido con gran disgusto
la noticia del múltiple asesinato. Sin embargo, ninguna autoridad pudo
articular una versión creíble de lo sucedido, aunque existían testigos
del secuestro que podían identificar a los responsables materiales;
tampoco se emprendieron investigaciones ni se realizaron aprehensiones.
Pocos meses después, el 9 de septiembre siguiente, el capitán José
Martínez y el matón Heriberto Espinosa fueron ejecutados en el estado
de Guerrero, sin que tampoco se investigara a los posibles culpables.
Mataron a Jaramillo,
el defensor de los pobres,
un montón de hijos de perra,
carabinas y uniformes.
Pa’ que aprendan campesinos
a confiar en la palabra,
oigan como la justicia
luego les voltea la espalda.
A los cinco Jaramillos
los llenaron de metralla,
ellos pidieron la tierra,
les dieron tiro de gracia.
Al paso del tiempo, diversos analistas han especulado acerca de
los posibles autores intelectuales: Eugenio Prado, exgerente del
ingenio de Zacatepec; Humberto Romero Pérez, secretario particular del
presidente López Mateos; general Gómez Huerta, jefe del Estado Mayor
presidencial; Agustín Olachea, secretario de la Defensa Nacional;
incluso personajes connotados de la iniciativa privada con intereses
inmobiliarios en la zona afectados por las acciones de Jaramillo, como
el norteamericano William Jenkins.
Los motivos señalados para perpetrar el crimen también han sido
diversos: desde el “secuestro” que planeaba Jaramillo del presidente
Kennedy (al respecto aclaró Valentín López González, que a petición de
Jaramillo, él redactó una carta para el presidente Kennedy, en la cual
se pedía que el financiamiento de la Alianza para el Progreso se
efectuara directamente a los campesinos, pues el intermediarismo de los
bancos lo encarecía de un dos o tres por ciento), su inminente regreso a
las armas apoyado por los cubanos castristas y rencillas políticas y
familiares, hasta la disputa con los fraccionadores por los terrenos ya
mencionados.
Concluye Fritz Glockner (Memoria Roja):
“Jaramillo, más que
ser un ideólogo marxista o leninista, teorías a las cuales se fue
acercando durante los últimos años de su vida, quería «rescatar» -y así
lo demuestra con su Plan de Cerro Prieto- no sólo los principios
olvidados y traicionados del zapatismo, sino también la política obrera
y campesina impulsada desde la Presidencia del general Lázaro
Cárdenas, envuelta en aquel nacionalismo revolucionario de la década de
los años treinta.”
Concluye Laura Castellanos (México Armado):
“El asesinato de
Rubén Jaramillo es considerado el suceso que más marcó a la izquierda
en los sesenta. La historia del luchador en Morelos encarnó la
descomposición del agro y la cerrazón ante la lucha legal y electoral
del México posrevolucionario. La ejecución de la familia indignó
profundamente a la juventud politizada de la época e inspiró a jóvenes
activistas –como Genaro Vázquez y Lucio Cabañas- que posteriormente
encabezaron grupos armados de carácter rural.
A la muerte de Jaramillo la situación de los campesinos no
distará demasiado de la que se vivió antes de la Revolución mexicana.
Tienen la tierra, sí, pero enfrentan la carencia de créditos,
maquinaria, asesoría, la perversión de las instancias gubernamentales,
la violencia de la burguesía agraria y de los fraccionadores voraces.”
Doralicia Carmona:
MEMORIA POLÍTICA DE MÉXICO.
Efeméride. Nacimiento 1900. Muerte 23 de mayo de 1962.
http://www.memoriapoliticademexico.org/Biografias/JMR00.html